Jiraleiska Yurubi Hernández Castellanos, es una joven venezolana nacida en La Guaira el 6 de agosto de 1988, desde pequeña se interesó por los fenómenos sociales, la comprensión del lenguaje y la relación entre personas, por ello quería estudiar las carreras de psicología, antropología o comunicación social, pero sin dejar de lado la defensa de la naturaleza.
Así fue como comenzó su formación en la Universidad Marítima del Caribe, en la carrera de Ingeniería Ambiental, ya que “esta profesión combina la lucha global por un mundo mejor, con el cuidado de la Pachamama y del ser humano como parte de un sistema” indica Jiraleiska; y a pesar de que era un área donde las mujeres no tenían tanta presencia, continuó su camino hasta convertirse en ingeniera.
“La ingeniería ambiental es una profesión que nace como resultado de la crisis ecológica planetaria, como médicos del planeta. Es una carrera pensada para la vida en todas sus formas. Hoy soy ingeniera ambiental, ahora con una visión más amplia, que comprende también el lenguaje de las personas y de la naturaleza misma, ahora combino mis anhelos de niña de estudiar fenómenos sociales y ambientales en una sola profesión”, comenta Jiraleiska.
Actualmente, ella ocupa el cargo de Directora Técnica en el Centro Nacional de Tecnología Química (CNTQ), ente adscrito al Ministerio para Ciencia y Tecnología (MinCyT). Jiraleiska, es una de las mujeres que lleva la batuta en proyectos de gran envergadura que se ejecutan a través de este ente, en pro de lograr el desarrollo productivo del país.
—¿Cómo fue su ingreso al CNTQ?
Llegue aquí a principios del mes de octubre del año 2015 y entré con el cargo de Coordinadora de Energía y Ambiente, allí estuve durante cincos años desarrollando distintos proyectos de investigación. Luego fui coordinadora de una subcomisión presidencial que lleva el ministerio de Ecosocialismo, donde se desarrollaban propuestas, planes y proyectos orientados a la valorización de los residuos. A raíz de estos programas comenzó todo un proceso de investigación para la extracción de varios minerales presentes en los residuos de aparatos eléctricos y electrónicos (RAEE), siendo este uno de los proyectos que llevamos actualmente en el CNTQ.
—¿Qué es el CNTQ?
El CNTQ es una escuela en la que muchos profesionales buscan aprender y crecer. Es una plataforma tecnológica para transformar. Para que lleguen aquí con ideas que puedan ser producidas, puedan ser escaladas y puedan desarrollarse.
—¿Cuál es el aprendizaje más importante que has adquirido durante tu tiempo en el CNTQ?
He aprendido a tener visión sobre el desarrollo científico del país. Tener visión es importante para saber hacia dónde vas y con quién cuentas para lograr esos objetivos; Y si bien el bloqueo nos ha afectado, con la exportación de talentos, también nos ha permitido trabajar con muy buenos profesionales y personas en las comunidades, en el entretejido de inventiva popular para la resolución de problemas técnico-científico.
Trabajar con lo que tenemos, con los residuos, con quien estamos, con nuestro proceso de formación. Es la creación de una red para, en conjunto, poder desarrollar los proyectos que nosotros hemos identificado que son prioridades.
—¿Siendo mujer, cómo es formar parte de la industria química del país?
Es un trabajo con muchísimos retos, porque el campo científico es bastante competitivo, en especial cuando tienes cargos y responsabilidades ya sea en el hogar, como pareja o inclusive demandas de crecimiento profesional, no es tan sencillo que escuchen a una mujer.
¿Por qué una mujer en el área científica si hay más hombres con más experiencias? Siempre preguntan. Son esos prejuicios de que las mujeres jóvenes no tienen la experiencia los que hacen difícil la labor en esta área.
—¿Cuál ha sido el reto más difícil que ha enfrentado como trabajadora del CNTQ?
El bloqueo ha ocasionado que el proceso de comercialización de algunos reactivos químicos sea complicado de adquirir, porque muchos suplementos y accesorios que utilizan nuestros equipos son de casas comerciales internacionales y los costos son elevados y más cuando debes acudir a un tercero para poder adquirirlos.
Por ello, hemos tenido que buscar opciones, a través del apoyo del Instituto Venezolano de Investigaciones Científicas (IVIC) o con el Instituto de Ingeniería; entre todos nos apoyamos para potenciar nuestros equipos y nuestros laboratorios, porque solos no podemos y trabajar de manera aislada nos ha comprobado que no es posible.
—¿Cuáles son los proyectos que se están llevando a cabo en este momento en el CNTQ en pro del desarrollo del país?
Nosotros tenemos actualmente seis proyectos que son: diseño, fabricación y desarrollo de cascos para la protección de los militares de la Aviación Nacional Bolivariana; la extensión de la vida útil de los cartuchos de eyección de los aviones F16. También, está el proyecto de la formulación de bloques multinutricionales que transforma residuos en alimento para ganados; Síntesis de cianuro para la industria minera; el programa para la formulación de alimentos para caballos y, finalmente, la producción de fertilizantes orgánicos y biocontroladores para utilizar en 30.0000 hectáreas en suelos venezolanos.
Tenemos aquí muchos profesionales en el área química, petroquímica, geoquímica, ingenieros ambientales, biólogos, ecotoxicólogos, un grupo de veinte personas de diversas áreas de conocimientos para desarrollar distintas investigaciones.
—¿Qué proyectos tiene a futuro del CNTQ?
Tenemos en puerta el proyecto de micro fermentación de cacao. Nuestro cacao es reconocido a nivel mundial por su calidad, por su sabor, por su aroma. La micro fermentación de cacao es un proceso controlado que permite adicionar microorganismos particulares para mejorar las características de sabor y aroma en cacao.
Ese es uno de los proyectos que tenemos y que hemos desarrollado a nivel teórico y que requiere un desarrollo a nivel práctico para saber si realmente los resultados cumplen con lo que visualizamos.
—¿Cómo contribuye el CNTQ a la formación de nuevos profesionales en el área de la química para la preservación de estos proyectos?
A través del programa la Ruta Científica, que ha sido todo un reto, porque es enseñarle a los estudiantes que el estudio de la química puede ser divertido, mediante experiencias y experimentos sencillos.
Los jóvenes visitan nuestros laboratorios, participan en actividades ¡es aprender haciendo! Y al ellos aprender, nosotros también, porque cada día aprendemos algo de ellos, buscando herramientas de cómo enseñarles algo de manera diferente, pero de forma divertida.
También realizamos la formación a docentes en química a través del cuadernillo «Juguemos haciendo ciencia». Allí mostramos lo que nosotros llamamos una semilla, que son semillas de inspiración para el docente, son herramientas pedagógicas para que el maestro o maestra pueda explicar de manera sencilla a sus alumnos sobre la química y sus procesos.
—¿Cuál es la mayor virtud qué tiene el CNTQ y que ha permitido el éxito de sus proyectos hasta el momento?
Es el trabajo en equipo y ya lo ha dicho el presidente, Nicolás Maduro, en sus programas, trabajo en equipo victoria segura.
Es saber hacia dónde vamos y saber que todos vamos a remar en esa dirección, ese es el valor que más rescato del CNTQ, el trabajo en equipo.